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Tal vez fue el baño de luna que tomé en la terraza mirando las estrellas o el reflejo magamente aluciérnado sobre las pocas ventanas que distinguía desde el piso quince de la calle Arcos, acaso fue la risa de mi gente subiendo por la escalera, o tan sólo champagne.
Quizás fue darme cuenta por arte de magia que justo en el centro de mi pecho habita el fuego que busco fuera.
La vida es breve me dicen y por primera vez hago cierto ese antiguo juego infantil en el que se debe saltar con los pies juntos, los ojos tapados por una venda y el corazón liviano como pájaros.
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Pd. A los que pasan por Spleen qué no sé quiénes son (ahí la belleza) un vitamínico 2015. Gracias a tutti.
MEzcurra
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