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Buenos Aires a los tantos días de agosto del 2021
Conté los enfermos de mi país.
Los muertos.
8 contagiados el primer día,
sábado 14 de marzo.
7 el segundo.
33 el tercero.
77 el noveno.
2 el vigésimo.
6 el trigésimo.
10 el cuadragésimo.
El día 41, jueves 23 de abril,
dejé de contar.
El día 60, martes 12 de mayo,
dejé de escribir.
Han ocurrido otros hartazgos
desde que me desescribo en la fatiga.
Hoy es el día 100.
Lo sé porque llevo un diario
de temblorosas fotografías.
Todos lo demás va quedando a medias,
entre aguas.
La enfermedad no acaba.
Los acerados domingos tampoco.
Desde que no salgo
he cortado siete veces las uñas de mis pies.
Desde que no salgo
bebo más yogur.
Desde que no salgo
una extranjera duerme con mi esposo.
He vuelto a Simone Weil,
que murió de hambre y voluntad.
He vuelto a Samuel Beckett
para entender lo peor.
Hay un rugido en mis clavículas.
Nado de espaldas en el lodo.
Lavo mis ojos con arena.
Tiempo no tengo,
ánimo no tengo,
paciencia no tengo.
Son días invertebrados.
«Hay otros mundos pero están en éste»,
escribió Paul Éluard.
Pienso en el libro de lo salvado.
Antes,
debo comerme los gestos,
defraudarme en la común convalecencia.
Antes,
cabe discurrir cabeza abajo,
con muérdago para los insomnios.
Si juego tetris de madrugada
es por creer que algo encaja,
que hay metas,
recompensas.
Si vuelvo al Rivotril,
es para despejar una orfandad.
Si aún me desvisto
es por contradecir la luz de las injusticias,
el contorno de lo perdido
Jacqueline Goldberg
. Jacqueline Goldberg . Maracaibo . Venezuela . 1966
... Imagen . Hugo Bononi
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