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Voy a tu casa. Es hermoso el camino a tu casa
las calles tienen nombres excitantes
mi auto va contento
creo que si soltara el volante llegaría solo
hasta me abriría la puerta
para que baje justo en tu edificio
y guiñándome un farol me diría
anda tranquilo flaco
que yo me estaciono acá a la vuelta.
Te toco el portero eléctrico y tu voz (¡ay tu voz!)
salé por los agujeritos de bronce
con aroma a chicle y tabaco.
Entonces bajas con toda esa belleza
pero no como bajan las diosas del Olimpo
si no como bajan los niños para ver a los reyes magos.
Y yo que te traigo siempre chocolate
todo un símbolo de mi derretimiento
voy tomando de a poco conciencia de cada detalle
para poder entender
porque me volvés tan loco.
Mauricio Escribano
. Mauricio Escribano . Santa Catalina . Buenos Aires. 1966
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